El pie es una parte sumamente importante de nuestro cuerpo. Un problema en ellos podría traer no solamente consecuencias para nuestros pies, sino para todo nuestro cuerpo. Rodillas, caderas, espalda y hasta el cuello podrían verse afectados. Esto debido al desbalance postural y las compensaciones musculares que podría traer consigo un problema en esa región.
En la actualidad existe una gran
cantidad de modelos de calzado. Razón por la que surgen dudas a la hora de
escoger el adecuado. Hoy día podemos encontrar zapatos casuales para la
temporada, con especificaciones para el trabajo, para vestir, para caminar,
correr, entrenar y hasta para practicar diferentes modalidades deportivas.
Comencemos con lo básico. La
función del pie consiste en proporcionar soporte esencial del cuerpo. Desde la
función estática permite la distribución adecuada del peso, estabilidad y
adaptación a las irregularidades del suelo. Desde la función dinámica ayuda a
amortiguar impacto, a poder desplazarnos y a realizar diferentes acciones. En
el pie existen los arcos plantares que son los responsables de permitir que
este funcione de manera óptima.
Al nacer el pie está prácticamente
sin configurar. No podemos ver forma en los arcos y cuando el niño comienza a
caminar podemos observar que tiemblan sus tobillos. La realidad del caso es que
a temprana edad los niños aún no han desarrollado los arcos del pie. Esto
debido a que la musculatura todavía no está entrenada y lo suficientemente
fuerte para darle forma y soporte a los arcos. De hecho, esa es la razón por la
que se recomienda que los niños en sus primeros años de crecimiento caminen la
mayoría del tiempo descalzo. Esto permitirá que los pies crezcan de forma
natural, endureciendo los tejidos conectivos y músculos y permitiendo una mejor
coordinación de estos.
Los pies vienen en muchas
formas y tamaños. Inclusive, una misma persona podría presentar diferencias
entre sus pies. Por eso es esencial considerar la forma, el tamaño, el ancho, la
longitud y los tipos de arco de los pies cuando se piensa adquirir el calzado
adecuado. Son los zapatos los que deberían ajustarse a la forma de los pies y
no los pies a la forma del zapato.
En primera instancia hay que
reconocer que no existe el calzado perfecto para todas las personas en general.
Cada individuo tendrá su propio zapato perfecto. Para eso debemos comenzar
considerando que el calzado tenga el suficiente espacio para que el pie entre
de forma adecuada. De no ser así podría provocar roces o callos. Por otro lado,
tampoco debería quedar con demasiado espacio de sobra ya que puede hacernos
perder estabilidad afectando el equilibrio y haciendo que el pie sea más
susceptible a lesiones.
Lo ideal es primero medir el
tamaño de los pies. Preferiblemente de pie para obtener la medida más precisa.
Debemos comprobar que haya un espacio de al menos media pulgada entre la punta
del zapato y el dedo más largo y que el talón encaje bien y no se resbale. Deben
medirse ambos pies porque la mayoría de las personas tiene uno más grande que
otro. Con el pasar de los años el tamaño suele cambiar gradualmente así que se
deben medir siempre. Es importante considerar ir en busca del calzado adecuado
al final del día. Es en ese momento donde los pies están un poco más grandes
luego de haber caminado por un rato o después de haber realizado las
actividades diarias de trabajo o entrenamiento. Lleve consigo las medias que
vestirá con el zapato y sus plantillas ortopédicas (si las utiliza) ya que
estas pueden disminuir el espacio del pie. Debe caminar con el calzado por un
rato para asegurarse de que realmente es cómodo. La comodidad debe sentirse
inmediatamente.
En el caso del uso de calzado
específico debemos hacer las siguientes consideraciones. Si el zapato es
abierto se recomienda que esté sujetado al pie por el área del talón y la zona
dorsal. De no ser así el pie quedaría inestable haciendo a la persona más
susceptible a padecer de alguna condición en el pie (como por ejemplo fascitis
plantar). Es por eso que el uso de chanclas no es recomendado para caminar
largas distancias.
En cuanto al calzado de vestir
se recomienda que los tacones sean anchos, de punta redonda y no excedan la
pulgada y media de altura. La punta fina aprisiona los dedos creando
desequilibrio en ellos. Esto podría dar paso a deformaciones (como por ejemplo
juanetes) inicialmente pasajeras, pero que podrían convertirse en permanentes
si su uso es prolongado. Una elevación significativa del tacón podría producir
en algún punto acortamiento de los músculos de la pantorrilla (gastrocnemio).
Esto podría dar paso al desarrollo de fascitis plantar o tendinitis del talón
de Aquiles pues estas estructuras están interconectadas con este grupo
muscular. De igual manera la altura del tacón no permitiría una adecuada
distribución del peso sobre el pie sobrecargando la región de los metatarsos
(parte media de pie). Esto aumenta la presión sobre los dedos dando paso a
deformaciones como el dedo de garra. Además, crea inestabilidad en el pie aumentando
la posibilidad de sufrir de algún esguince de tobillo.
La altura del tacón también
afecta la biomecánica en la región de la rodilla, las caderas y la espalda baja.
En cuanto a la rodilla incrementará la presión sobre la misma provocando un
desgaste articular mayor y una posible futura artrosis. En cuanto a la espalda
baja las caderas se desalinean además de que la altura del taco aumenta la
curvatura de esta incrementando la presión sobre la región y dando paso al
desarrollo de dolores y molestias.
En el caso de los zapatos de
vestir en hombres se recomienda que tengan suela gruesa y tacón ligero. Si el
material es de piel real es mucho mejor pues contiene propiedades elásticas que
permiten mayor comodidad y transpirabilidad evitando así la irritación.
En cuanto al calzado deportivo
hay que evaluar no solo el deporte, sino también la posición en la que el
individuo se especializa dentro del mismo. Esto debido a las necesidades
específicas de cada posición. Es fundamental tomar en consideración la
superficie en la que se va a realizar la práctica deportiva pues la zapatilla y
la suela tendrán características diferentes. La frecuencia y nivel deportivo
del individuo (deportistas ocasionales, amateurs o profesionales) es otro
elemento importante ya que de esto depende el material y la composición
especial del calzado. Las patologías asociadas a cada deporte deben también ser
consideradas en la selección del calzado para evitar futuras lesiones.
Más que el tiempo, es la
distancia la que debe considerarse a la hora de cambiar el calzado deportivo. Existe
una variación en las distancias, pero la mayoría de los expertos coinciden en
que debe fluctuar entre los 500 y 700 kilómetros (300 y 500 millas) de uso. Más
allá de esa distancia recorrida el calzado deportivo comienza a perder su
efectividad. El desgaste de la suela, la deformación visible de la zapatilla,
la sensación de poca absorción durante el impacto, el ligero desequilibrio al
correr, ruido durante la pisada, síntomas de dolor o molestia y hasta un
descenso en el rendimiento deportivo son señales claras de que el calzado debe
ser reemplazado.
Otro punto esencial a considerar
con el calzado es el uso de plantillas ortopédicas. Esto si existe un problema de
origen biomecánico en cuanto a pisada se refiere pues esto acelerará su
desgaste, podría aumentar el riesgo de lesiones y afectar el rendimiento
deportivo. Es sumamente importante no heredar el calzado de otra persona
independientemente practique el mismo deporte o calcen el mismo tamaño. Todos
los pies son diferentes y las zapatillas se van amoldando a las características
y pisada del dueño original. Por lo tanto, el que los recibe no experimentará
los beneficios del calzado, sino todo lo contrario.
En
ocasiones se escucha decir que si inviertes en un buen calzado invertirás en
salud. Nada lejos de la realidad. Debemos ser inteligentes en la selección y en
el uso de un buen calzado. Esto nos ayudará a cuidar de nuestros pies
previniendo dolores, molestias y lesiones, evitando el malfuncionamiento de otras partes
del cuerpo y hasta mejorando el rendimiento del entrenamiento.
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