El agua es un nutriente esencial para la vida. Está encargada de que se produzca casi todo proceso fisiológico que asegura la vida del organismo. A pesar de su importancia, las guías clínicas y recomendaciones nutricionales son limitadas en comparación con otros nutrientes.
Casi dos tercios de la composición del ser humano es agua. El organismo
en términos de peso corporal está formado por un 70% de agua y a medida que
avanzamos en edad puede disminuir hasta un 55%. Aún así continúa formando una
gran parte de la composición corporal.
Es importante tener presente que la cantidad de agua en el cuerpo
depende de muchos factores que son variables. Factores como la edad, sexo,
raza, temperatura, volumen corporal, metabolismo, nivel de actividad física,
estado de salud, medicamentos, dieta, entre otros.
El balance hídrico se da a través del proceso de ajuste de ingresos.
Esto mediante la ingesta de agua, líquidos y el agua absorbida a través de los
alimentos y las pérdidas mediante sudoración, orina, heces, vía pulmonar
(respiración) e inclusive, durante el descanso mientras los órganos del cuerpo
se mantienen funcionando.
Es la sed la que permite que las personas puedan recuperar la pérdida de
fluido. Es importante saber que una vez sentimos sed el cuerpo ya ha perdido entre
un 1% y 2% de peso corporal por lo que es necesario compensar la pérdida
rápidamente. Sin embargo, bebés, mujeres embarazadas y lactando, personas
ancianas y enfermas y los deportistas deben establecer formatos para la ingesta
de líquidos ya que en estos casos particulares la misma varía y debe llevarse
de forma distinta.
La composición corporal de los bebés en términos de agua es mayor a la
de los adultos. Es por eso que su consumo debe ser más frecuente ya que son más
altas las probabilidades de sufrir de deshidratación. En cuanto a las mujeres
embarazadas estas requieren de mayor cantidad de agua. Esto por los cambios
fisiológicos que ocurren en sus cuerpos y por el aumento en la temperatura
corporal del mismo. En el tema de la lactancia la hidratación es importante
para preservar la cantidad y la calidad de la leche materna.
En el caso de los ancianos la sed disminuye con la edad. Por lo tanto,
es sumamente importante hidratarse aún sin experimentar sed. Síntomas de
fiebre, diarrea o vómitos desencadenarán en personas enfermas la deshidratación
debido a que estos factores promueven la pérdida de líquidos. Los deportistas
perderán líquido rápidamente a través de la sudoración debido al gran esfuerzo
físico que requiere el entrenamiento y la competencia. En cuanto a ciertos
medicamentos estos podrían provocar una respuesta fisiológica a la
deshidratación debido a la liberación de angiotensina en el torrente sanguíneo.
Pero, ¿qué hace que no respondamos a las señales de sed? Muchas personas
se olvidan de tomar agua, otras sienten aversión al sabor de la misma y quizá
muchos desconocen la gran importancia que tiene la ingesta del líquido en el
organismo. Por otro lado, existen personas que no hacen caso a las señales de
sed por no realizar interrupciones frecuentes en sus labores diarias. En casos
quizá menos probables, pero sí posibles, la falta de disponibilidad del agua es
también una razón para la pobre respuesta a la sed.
Y es allí donde entra el factor deshidratación. Esta ocurre cuando el
cuerpo pierde más agua de la que ingiere. Frecuentemente viene acompañada de
alteraciones en los balances de sales, minerales o de electrolitos. Los
electrolitos son responsables de equilibrar la cantidad de agua y el nivel de
PH en el cuerpo. También permiten un funcionamiento óptimo del corazón,
cerebro, músculos y nervios. Además, ayuda en la transportación de nutrientes
hacia las células y la transportación de los desechos fuera de estas.
¿Cómo saber si estás deshidratado? Las personas podrían presentar
sequedad en la boca y lengua, confusión, fallo cognitivo, dolores de cabeza,
mareos, debilidad, fatiga, color obscuro de la orina, irritabilidad y calambres.
Una deshidratación severa podría traer lesiones por calor (calambres y hasta
golpe por calor que podría poner en riesgo la vida), convulsiones debido a la
falla en el impulso eléctrico celular por desbalance de electrolitos, problemas
renales y urinarios (cálculos renales, insuficiencia renal e infecciones) y
hasta un choque hipovolémico (disminución de la presión arterial y oxígeno).
La hidratación es la acción de absorber líquidos de una manera continua
y permanente. Pero, ¿cuál es el beneficio de mantenernos bien hidratados? En
primera instancia, permite la oxigenación de las células cerebrales y por ende
un buen funcionamiento del cerebro. Permite que exista un transporte eficiente
de nutrientes esenciales y una adecuada oxigenación celular. De esta forma las
células producirán la energía necesaria para un óptimo funcionamiento del
organismo además de una fácil eliminación de toxinas para llevar a cabo una
adecuada función metabólica. La buena hidratación permite que el proceso de
digestión mantenga un buen ritmo evitando así el estreñimiento.
Una hidratación adecuada también ayuda al buen funcionamiento de los
riñones. De esta manera se eliminan los desechos del cuerpo, se mantiene el
balance de los electrolitos y se controla el nivel hídrico del cuerpo. Además
de los riñones, una buena hidratación ayuda al funcionamiento del corazón
permitiendo mantener la presión arterial dentro de los límites normales. En
cuanto a la piel, permite mantener humectado los tejidos ayudando a preservar
su flexibilidad, suavidad y color.
En cuanto a los músculos y las articulaciones el agua les brinda
protección, ayuda a mantenerlos lubricados para un óptimo funcionamiento,
facilita su regeneración cuando hay lesiones y permite a su vez un buen
rendimiento físico. El agua ayuda además a regular la temperatura del cuerpo
disipando el calor a través de la transpiración y evaporación del sudor
evitando así la pérdida de líquido.
Para ayudar a mantener el equilibrio
hídrico se recomienda en términos generales ingerir entre 2 y 2.5 litros de
agua diarios. Recordemos que esto puede variar dependiendo de múltiples
factores (temporada del año, nivel de calor, exposición al sol, nivel de
actividad física, tipo de vestimenta, enfermedades, embarazo, edad, entre
muchos otros ya mencionados). Es de suma importancia estar pendiente a las
señales que tu cuerpo te envía. ¡Analiza tu cuerpo!
No esperes a tener sed para
hidratarte. Recuerda que una vez esta sensación aparece ya estás deshidratado.
El agua es vital para sobrevivir y funcionar de manera correcta. Sin otros
nutrientes el ser humano puede sobrevivir desde semanas hasta meses, pero sin
el agua, es cuestión de días. Así que, ¡mantente hidratado!
Por: Dr. José Antonio Maíz Dedós, DC, MED, GTS, CKTP
Quiropráctica y Medicina Deportiva
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